OBRINT LA FINESTRA

M'agrada assomar-me a la finestra i veure que hi ha més enllà. Normalment després me retiro a l'habitació i continuo amb el que estava fent. Avui m'han pegat una espenteta i he decidit travessar la finestra.

viernes, 25 de junio de 2010

EL VIENTO. EL SUEÑO

Teresa despertó, tomando un recién nacido en brazos. Era su sueño.

Abrió los ojos al viento que golpeaba las persianas de la terraza. Nunca había tenido instinto maternal, esa gracia natural de muchas mujeres que hace que se desentiendan del mundo para admirar la graciosa cara de un bebé o hacerle carantoñas. Y sin embargo sintió pena por la pérdida. Simplemente se desvaneció. Su niño se fue con el viento al despertar

Abrió las puertas del dormitorio que daban a la terraza. Eran dos hojas grandes de cristal que ocupaban toda la pared izquierda. En la última reforma de la casa dispuso menos tabiques y más puertas y ventanas transparentes que daban al exterior. Dejar pasar la luz, llenar de vida y alegría su casa. Sentir el pálpito brillante del sol en cada estancia. Los días volaban como las bolsas de plástico que rodaban arriba y abajo, danzando en el cielo, y arrastrándose en las aceras, confundidas entre las hojas secas, caidas de los pocos árboles que quedaban en la calle. Un viento que todo lo movía.

El niño que nunca tuvo se perdió en el remolino.

El viento era raro en junio, como el desazón de su vientre. Quiso salir y fecundarse de un extraño. Cualquiera, daba igual. No le importaban los hombres. Solo quería acunar su sueño.

Alejandro, su amigo la tomó en sus brazos. Coger el último tren. Teresa le condujo a su lecho, una habitación amplia con dos hojas transparentes que dejaban pasar la luz del sol y la luna.

Se amaron sin promesas y sin prisas. Su vientre fue creciendo lentamente, al mismo tiempo que se alejaba su amante.

Al despertar del sueño, con la brisa suave de mayo, tomó un recién nacido en brazos. Esta vez se quedó con ella.

Pasaron unos cuantos años de soles, lunas, lluvias y brisas. De vez en cuando una tormenta. El hijo crecía sano. Noches de abrazo y días de juego. Días de dudas y noches de cuento. Y cuánto trabajo.

El correr de la vida se detuvo por un tiempo.

Pero el látigo del viento volvió al pasar unos años. Teresa abrió las puertas de la terraza de par en par . Vio moverse violentamente los pocos árboles de la calle. El hijo ya no estaba, encontró a faltar sus risas y sus abrazos. Salió afuera con los brazos abiertos y el rostro despejado lo mostró a la noche. Y se dejó acunar al viento que todo lo movía.

2 comentarios:

  1. "Su vientre fue creciendo lentamente, al mismo tiempo que se alejaba su amante"

    Esta frase es buenísima, es un cuento en sí misma.

    Me estás sorprendiendo, Rosana, cada semana.

    Un abrazo

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  2. gracias aminuscula...seguiremos

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